Por Kevin Ruiz
“Este año ha costado mucho trabajar por falta de recursos y materiales. Hay que hacer lo posible para mantener los cafetales bonitos”, asegura Evencio Fernández Matamoros, un caficultor de 83 años, vecino de San Ramón de Alajuela.
Fernández se dedicó a la caficultura desde que tenía 17 años. Poco a poco se fue haciendo lotes de cultivo en el Valle Occidental, el cual es una de las ocho regiones cafetaleras del país. Además, explica que pronto espera tener sus plantaciones totalmente renovadas.
“Ya casi tengo todo el cafetal renovado, lo que pasa es que no me alcanzó el dinero para completarlo”, afirma el productor.
La renovación de cafetales es un gran esfuerzo para las 26.704 familias productoras, ya que significa que los productores se quedan sin cosecha y sin ingresos por un plazo aproximado de tres años, además de los recursos que deben tener para poder hacerlo. Empero, la transformación de plantaciones es importante para aumentar la productividad, seguir exportando y abastecer aún más el consumo interno.
Un cafetal se debe renovar cuando las plantaciones cumplen entre 20 y 30 años, según estimaciones del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé).
Del total de cada producción anual, la mayoría se utiliza para exportación y otro pequeño porcentaje para abastecer el mercado nacional.
Xinia Chaves Quirós, exdirectora del Icafé, afirma que Costa Rica antes abastecía el consumo nacional, pero, desde hace dos décadas, hay una reducción sostenida de la producción.
“Nosotros abastecíamos el consumo nacional (…) Eso se junta con una consistente tendencia hacia la baja en la producción nacional desde el 2000.
“El promedio de producción de una hectárea son 18 fanegas y hemos llegado a 21, pero eso es insuficiente. Llegamos a la conclusión que para que un cafetal sea rentable en cualquier región del país, requiere producir al menos 32 fanegas por hectárea”, añade Chaves.
Los datos del Icafé indican que la productividad de la última cosecha 2022-2023 fue de 20,4 fanegas por hectárea.
Además, la exdirectora menciona que para poder hacer un plan de intervención a la productividad se debe hacer desde tres aristas: la parte económica, la gestión hacia los productores y la capacidad del material genético.
Cosecha afectada
“En los últimos años hemos tenido una producción anual buena y otra mala, así sucesivamente. La tendencia ha sido a que la productividad ha ido bajando (…) Por un tema variable de antigüedad de cafetales”, explica Gustavo Jiménez Elizondo, director del Icafé.
Afirma que la institución tiene un programa para poder hacer la renovación de los cafetales con fondos de avales en el Banco Nacional y el Banco de Costa Rica para facilitar crédito, además del servicio de extensión a los productores que quieran hacerlo, y también hacen capacitaciones cada año para darle sostenibilidad a la industria.
“Tenemos cafetales con muchos años y debemos empezar a hacer esa renovación”, afirma el director.
Gabriela Carmona Araya, ingeniera agrónoma del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), explica que proponen a los caficultores hacer la renovación de cafetales con diferentes métodos para que no sientan un golpe económico fuerte.
“Lo que se propone a los productores es renovar con diferentes estilos o métodos, uno de ellos es de manera escalonada (filas) y otro por lotes. Pero va a depender mucho del precio del mercado porque si el café está a muy buen precio no van a querer renovar”, señala Carmona.
Una de las consecuencias de la vejez de los cafetales y su baja productividad, además de desabastecer el consumo nacional, es que se debe importar producto de otros países vecinos como Nicaragua, Honduras, Perú, Guatemala, entre otros.
Jiménez aclara que cuando entra el café importado “la ley no lo regula, simplemente hay una nota técnica que declara cuánto producto se importó. Nosotros revisamos algunas partidas por un tema de solicitudes, pero no está regulado por parte del Icafé”.
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