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Para Eduardo Ulibarri, periodista y exdirector del periódico La Nación, esta práctica, en lugar de ser una camisa de fuerza, es un decálogo de cómo hacer mejor las cosas.
Silvia Castillo Nieto, periodista Punto y Aparte, silviacastillo@puntoyaparte-ca.com
Que alguien limite, impida o censure nuestro trabajo es algo que enfurece a cualquier periodista y por eso la palabra “regular” tampoco está en la lista de favoritas. Sin embargo, la autorregulación se aleja de las demás porque en lugar de coartar la libertad de expresión, nos permite hacer un mejor trabajo.
Muchas veces nos enfrentamos a dilemas éticos o a conflictos de valores y nos preguntamos cosas como éstas: ¿publico esto? ¿será más importante el valor de la intimidad de una persona o el valor de alertar al público sobre las relaciones de esa persona que pueden haber incidido en el desarrollo de un hecho, por ejemplo, de corrupción?
“La autorregulación debería ser un decálogo de cómo hacer mejor las cosas y cuáles regulaciones debo imponerme a mí mismo como profesional, y ojalá que el medio (de comunicación) también practique, para hacer un mejor trabajo”, explicó el periodista y exdirector del periódico La Nación, Eduardo Ulibarri.
El trabajo diario en las redacciones y la vida acelerada del periodismo, impiden en algunas ocasiones reflexionar sobre estos temas vitales para tomar buenas decisiones.
Como parte de la campaña de Buen Periodismo que se lleva a cabo en colaboración con la Fundación Konrad Adenauer, Punto y Aparte entrevistó a Ulibarri sobre la autorregulación y sus implicaciones en el quehacer periodístico.
- ¿Qué es la autorregulación periodística?
La autorregulación se puede ver desde tres dimensiones. Una es la que podríamos llamar una autorregulación individual según la cual cada profesional define qué tipo de informaciones podría no ser conveniente dar a conocer en determinado momento, qué elementos de esas informaciones se deben o no incluir. Partimos de que esto se hace no porque haya ningún tipo de presión externa, ningún tipo de amenaza sino por una razón estrictamente profesional o ética.
La otra autorregulación, partiendo de profesionales que trabajan en medios o en organizaciones periodísticas, se refiere a la que la propia organización establece. Puede haber normas éticas y profesionales que esa organización sigue y que sus periodistas deben respetar. Desde lo que puede ser, por ejemplo, la protección de la integridad de la imagen de una persona y el no hacer informaciones si no están debidamente fundamentadas. Es la autorregulación que uno podría asimilar a normas profesionales que emanan de la organización periodística.
Y la tercera, que en Costa Rica no existe, es el tipo de autorregulación que procede de entidades, de conjuntos de medios de comunicación, a veces con participación de otros actores sociales, que se establecen para tratar de guiar el trabajo de los medios de comunicación, eventualmente de recibir denuncias por parte del público, de quienes se vean afectados, y emitir criterios y recomendaciones para los medios sobre lo que deben hacer. Entonces estamos hablando de asociaciones, de consorcios, voluntariamente establecidos por medios de comunicación y por profesionales, que guían el trabajo periodístico. Pueden recibir quejas del público, y emitir criterios y recomendaciones que serían también de carácter voluntario.
- ¿Esas organizaciones que usted menciona son diferentes al defensor del lector o al observatorio de medios?
Pueden ser de muy diversa índole. En el Reino Unido, por ejemplo, no sé si todavía existe una entidad que se llamaba Press Council, el consejo de la prensa, (se transformó en el Independent Press Standards Organisation, IPSO) que era de adhesión voluntaria. Al adherirse los medios asumían un compromiso de cumplir con las recomendaciones de este consejo en casos en que hubieran reclamos que el consejo decidiera que estaban bien fundamentados. Entonces este puede ser otro tipo de autorregulación. Y la llamo auto porque los medios participan de ella. Si uno está hablando de entidades sin participación de los medios de comunicación, que dan guías y que presentan y resuelven reclamos, pues ya no podríamos hablar de una autorregulación porque los regulados no están incorporados a ese mecanismo.
- ¿Cuál es la diferencia entre autorregulación periodística y autocensura?
La diferencia es que la autorregulación se refiere a una actitud que voluntariamente asume el profesional, el medio o un conjunto de medios con base en razones profesionales y éticas. La autocensura es cuando un medio o un profesional elimina o se inhibe de dar cierta información por presiones para defender intereses que no son profesionales, para impulsar agendas ocultas del medio de comunicación, o por temores a consecuencias, aunque no haya habido presiones explícitas por temor a consecuencias de que el medio o el periodista puede publicar. Pongámonos en este momento en los zapatos de un periodista nicaragüense que está en Nicaragua. Probablemente esa persona decide inhibirse de dar ciertas informaciones, no porque considera que las informaciones no deberían divulgarse, sino porque teme por las consecuencias, incluso su integridad personal. Ahí estaríamos hablando de autocensura.
- ¿Por qué es importante la autorregulación periodística?
La autorregulación, igual que cualquier proceso que pudiéramos llamarlo de aseguramiento de la calidad de los contenidos -porque en realidad autorregularse es una forma de velar por un ámbito de la calidad del contenido periodístico- es importante porque forma parte del instrumental del que pueden echar mano los profesionales y los medios para mejorar la calidad de la información que divulgan y de su trabajo. Una autorregulación bien guiada conducirá a un contenido de mayor calidad, más profesionalmente sustentado y que eventualmente también tenga un impacto más positivo sobre el debate público.
Al decir positivo no quiere decir que no incluya elementos críticos, sino simplemente que incluso mediante la criticidad contribuya a un debate público más enriquecedor que es fundamental para la democracia y que es una de las funciones que el periodismo está llamado a cumplir.
- ¿Están las universidades enseñando correctamente estos temas de autocensura, autorregulación y ética?
Es muy difícil responder a eso porque realmente no tengo conocimiento de qué es lo que están haciendo todas las universidades, incluso en la Universidad de Costa Rica -que es con la que yo he estado relacionado- hace seis años que no doy clases. Remontándome un poco a lo que recuerdo de esa época en que yo todavía estaba vinculado con la escuela (de Ciencias de la Comunicación Colectiva), los comentarios que normalmente oía de los estudiantes es que el curso de ética que llevaban estaba muy orientado a la reflexión filosófica, que no tenía un referente de casos que pudieran ser analizados obviamente a la luz de ciertos parámetros de la filosofía vinculada con la ética, de la filosofía moral.
Sentían que no era un curso que realmente promoviera una reflexión ética profunda sobre el trabajo periodístico y que orientara la toma de decisiones. No olvidemos que los cursos de ética no consisten en darles recetarios a quienes los llevan. Idealmente deben conducir a brindar instrumentos de reflexión de conocimientos, de teorías morales, de distintas corrientes, para que enfrentados o confrontados a dilemas o a conflictos entre valores -que a veces pueden ser igualmente positivos, pero que uno tiene que elegir entre alguno de ellos-, uno tenga puntos de referencia que le permitan tomar decisiones mejor informadas y ojalá que también sean las mejores. Ahí es donde yo creo que falta una reflexión más sistemática en las instancias académicas.
Creo que todavía falta más reflexión en las instancias de los medios de comunicación. Me parece que, por razones de la dinámica de las redacciones, que siempre es muy acelerada, la posibilidad de reflexionar, no solo sobre la ética sino sobre otra gran cantidad de elementos que nutren la vida profesional de un periodista, es muy limitada. Yo sé que la mayoría de la redacciones vive circunstancias difíciles, de grandes urgencias, pero hay que tratar de estimular ese pensamiento ético porque de lo contrario nos quedamos con esa dimensión que es la que traemos de nuestra familia y de nuestra vida. Todos tenemos parámetros éticos, que por lo regular son implícitos, pero precisamente el entrenamiento en la ética es disponer de puntos de referencia más sistemáticos para tomar las mejores decisiones posibles.
- En Costa Rica son muy pocos los medios de comunicación que tienen códigos de ética …
No conozco. La Nación tenía el Manual del Buen Periodismo que contenía una serie de elementos éticos. Ahora, creo que a los códigos (de ética) hay que verlos como uno de varios instrumentos para influir en el desempeño ético.
A mí me parece que otro elemento fundamental es el liderazgo en las salas de redacción, o sea de quiénes tienen que tomar las decisiones más importantes y probablemente finales en un medio de comunicación, por lo menos en cuanto a su contenido, ¿Cuál es el ejemplo que se proyecta desde ahí? ¿Cuál es la vinculación que hay entre lo que se predica y lo que se practica? Eso es un elemento importante.
Luego, la forma en que están organizados los medios de comunicación, si hay o no hay instancias para el control de calidad. Muchas veces estoy seguro que algunos periodistas, sobre todo que están iniciando su trayectoria profesional, tendrán algunas violaciones de parámetros éticos, no por mala voluntad, sino por no tener los elementos de juicio adecuados. Entonces si la organización se los provee, creo que ahí es importante. También no solo desde el ámbito de la redacción sino desde el ámbito comercial, desde el ámbito publicitario, etc., que también se sigan pautas éticas porque de lo contrario la gente siente que de otras instancias del medio se puede estar contaminando el trabajo de la redacción y esto es muy importante evitarlo.
- ¿Qué se puede hacer para que esta autorregulación no limite el trabajo del periodista al investigar ciertos temas?
Yo creo que la ética se puede ver, y dentro de eso la autorregulación, no como un límite sino como un aliado en el sentido de que si uno entiende muy bien cuáles son precisamente los parámetros en los que se debe mover, en el enmarcado en que se debe mover desde el punto de vista de valores estrictamente profesionales, valores éticos que trascienden a la profesión específicamente y se pueden proyectar a otros ámbitos de la vida. En ese sentido uno tendrá un recurso adicional para guiar una investigación y luego también entender que la autorregulación no es como una especie de camisa de fuerza, no es un decálogo de qué no hacer.
Yo diría que la autorregulación debería ser más bien un decálogo de cómo hacer mejor las cosas y cuáles regulaciones como profesional debo imponerme a mí mismo y ojalá el medio también practique para hacer un mejor trabajo. Aquí, sin querer entrar en muchas disquisiciones teóricas, uno podría decir ¿privilegio la norma estricta o privilegio cuál puede ser el impacto? o sea las consecuencias de lo que yo haga. Entonces ahí estamos hablando como de dos escuelas éticas distintas, una que privilegia a la norma, digamos los diez mandamientos por poner un caso, y otra que privilegia el analizar las consecuencias a las que puede conducir una determinada conducta y de pronto lo lógico es tratar de hacer un balance entre estas dos tendencias, guiarse por normas obviamente, pero siempre tener presentes cuáles pueden ser las consecuencias de no seguir una norma o de seguirla de una manera que sea tan estricta que en última instancia distorsiona mucho el propósito de la misma.
Las decisiones más difíciles no son entre algo que uno sabe o está convencido de que no debe hacerse y algo que uno está convencido que debe hacerse. Ahí es facilísimo. El problema es cuando entran en conflicto valores que tienen cierta equivalencia, por lo menos que tienen una razón de ser, como puede ser el valor de la intimidad de una persona y el valor de alertar al público sobre las relaciones de una persona que pueden haber incidido en el desarrollo del hecho sobre el cual se está informando. Ahí sin duda no es fácil… en fin, ese tipo de cosas, cuando hay valores que uno dice ojalá pudiera yo proteger ambos, pero alguno tiene que ceder, por lo menos en algún sentido, en favor del otro.
- Es importante dejar claro la diferencia entre este tema y la censura previa o las restricciones a la libertad de expresión de los periodistas, que no solo los afectan a ellos y al medio en el que trabajan, sino también a la sociedad en general.
Yo creo que la censura entendida como el impedimento externo en contra de un periodista o un medio para publicar algo es totalmente inaceptable. Parte de la teoría democrática y de la libertad de expresión es que las consecuencias deben ser posteriores. O sea, uno responde por la información que ya publicó si hay alguna consecuencia que, en el ordenamiento jurídico, porque tampoco es caprichoso, pues eventualmente, tras un proceso con las garantías adecuadas, los tribunales deciden que uno realmente cometió alguna infracción, algún delito, etc., y entonces impone una pena. Hay ciertas limitantes muy estrictas, muy reducidas que están contempladas por la Comisión Americana de Derechos Humanos, por ejemplo, que es la protección de la salud pública, la protección de los menores, y se supone que los llamados a la violencia también pueden ser censurados pero directamente. Fuera de eso no porque prevalece el principio doble de proteger un derecho individual que es la expresión y de proteger un derecho colectivo, social, democrático, que es el de público a conocer sobre temas de importancia y de interés.
Ahora, ¿Quién define esa importancia? bueno ahí ya depende mucho del sistema de medios que prevalezca. En Costa Rica son medios normalmente de índole comercial y dependientes de cualquier subsidio estatal o uno que otro medio que sí reciba algún tipo de subsidio ya sea directamente del Estado, el Sinart (Sistema Nacional de Radio y Televisión), o indirectamente de instituciones del Estado como pueden ser autónomas, en este caso la Universidad de Costa Rica, por ejemplo, con la radio, la televisora y el Semanario (Universidad). Ahí estamos hablando de un sistema en el cual la responsabilidad de decidir qué se publica o qué no se publica descansa en los periodistas y los medios. De ahí la trascendencia de que uno como profesional este consciente de que lo que uno hace no tiene un impacto neutro sino que siempre genera algún tipo de impacto. Dependiendo mucho de la índole del contenido así ese impacto va a ser mayor o menor, pero nunca perder de vista cuál puede ser el impacto, ya sea sobre la dignidad de una persona, el dolor de una familia, la estabilidad de un Estado, el rumor que se está dando a conocer sin que uno tenga suficientes elementos de juicio, la inequidad en la presentación de versiones, todo esto hay que valorarlo y forma parte de la necesidad de autorregulación o de edición si uno quiere verlo ya como un mecanismo que se utiliza para regular desde dentro el trabajo de los medios de comunicación. Se parte del principio de máxima publicidad y eso incluso desde el punto de vista del acceso a la información pública, en el cual el secreto es la excepción y tiene que estar muy bien determinada y con razones muy poderosas, para que se pueda aceptar.
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