1- Debemos decir sí a la ciencia. Nuestras historias del cambio climático deben tener la misma claridad de los científicos, quienes han sonado alarmas durante décadas.
2- Debemos enfatizar el lado humano de la historia climática. Lo hacemos desde la ciencia, los negocios, la salud, la educación, la alimentación… no hay límite.
3- Las personas pobres, las comunidades afrodescendientes y los pueblos indígenas deben estar en nuestras historias; allí hay innovadores líderes de la lucha climática.
4- Trascendamos el: él dijo, ella dijo. Que nuestra narrativa explique y acerque a las personas al problema y a la solución.
5- Evitemos la fatalidad. El cambio climático se puede comprender y podemos ser parte de la solución. Por cada inundación hay innovadores y actividades que son pioneros en soluciones.
6- Evitemos la jerga y los términos técnicos. ¿Cómo puedo ayudar a alguien nuevo en el problema a comprenderlo de manera fácil y precisa? Qué, junto con informar, esa sea mi intención.
7- Las promesas de ser verdes pululan. Evitemos transcribir y poner micrófonos; afinemos el olfato.
8- Nuestras historias de huracanes, inundaciones, sequías u olas de calor, deben tener contexto sobre la alteración climática. Hay que mencionarlo.
9- La cobertura climática inteligente y creativa sí genera interés en las audiencias y aumenta el tráfico.
10- Los artículos de opinión que restan mérito al consenso científico, o ridiculizan el activismo climático, no pertenecen a un medio de comunicación serio.
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