Por Paula Álvarez
Innovadores consideran que hacen falta herramientas para sacar ideas a flote
En el ecosistema costarricense de emprendimiento, todos trabajan por su cuenta.
La gran cantidad de organizaciones de apoyo al emprendedor funcionan de manera aparte y la colaboración entre estos entes y el Gobierno ha sido casi nula.
Esta dispersión de esfuerzos sume a los emprendedores en la confusión y dificulta el impulso de nuevas ideas de negocio en el país.
En un intento de unificar esfuerzos, el Gobierno y varias entidades de apoyo firmaron un acuerdo en noviembre pasado, durante la Semana Nacional de Emprendimiento.
Aunque es un paso importante, no es suficiente para dar al emprendimiento el impulso necesario.
Si bien esta dispersión es una de las problemáticas más grandes, no es la única.
La gran cantidad de trámites, la falta de instrucción, el escaso financiamiento y el miedo son algunos de los obstáculos que los costarricenses enfrentan al momento de emprender, lo que impide el buen funcionamiento de nuestro ecosistema, a pesar de tener muchos recursos y potencial.
Esto es relevante si se toma en cuenta que más de la mitad de los ticos dice que tiene capacidad de emprender, pero solo una tercera parte tiene la intención.
El ecosistema por dentro
El conjunto de empresas, instituciones, asociaciones y recursos, en general, que se encuentran en un lugar determinado para ayudar a los emprendedores a impulsar el crecimiento de su empresa, conforman el ecosistema de emprendimiento.
En Costa Rica, existen alrededor de 11 incubadoras y aceleradoras, 12 organizaciones que realizan concursos de emprendimiento, 11 entidades de financiamiento especial para pymes y más de 20 empresas que brindan servicios de capacitación a los emprendedores.
A pesar de contar con todos estos recursos, estudios realizados demuestran que los emprendedores costarricenses no tienen una buena percepción del ecosistema.
El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) del 2014 –estudio que trata sobre la situación actual del emprendimiento en el país–, realizado por la Cátedra de Innovación y de Desarrollo Empresarial de la Universidad de Costa Rica (UCR), la Cámara de Industrias de Costa Rica (CICR) y la Asociación Incubadora Parque Tec entrevistó a más de 2.000 personas y 36 expertos.
Entre sus conclusiones, revela que un 59% de los costarricenses se considera en capacidad para desarrollar una nueva idea de negocio, pero solo un 29% tiene la intención de emprender, cifra mínima en comparación con países como Perú, donde ese porcentaje es del 50%.
No obstante, el estudio dice que la mitad de los emprendedores aborta su proyecto en fases tempranas de desarrollo.
Es decir, los costarricenses consideran que las ideas y el recurso humano es bueno, sin embargo, las oportunidades no son lo suficientemente viables como para arriesgarse.
Por eso, la mayoría del tiempo, las personas prefieren quedarse en su trabajo estable que empezar su propio negocio.
Dispersión y deserción
¿Por qué es difícil emprender en el país? Las respuestas son variadas.
Según el emprendedor Julio Peraza –quien tiene una heladería–, una de las principales trabas es la burocracia que enfrentan, por ejemplo, con las empresas de financiamiento.
«A pesar de que hay un Sistema de Banca para el Desarrollo, cuando vas a un banco, te piden los mismos requisitos de un préstamo normal, lo cual no da ventajas», comenta.
Otra barrera es la información, que, aunque existe, está dispersa y puede resultar abrumadora y confusa para el emprendedor. Esta situación le complica a los interesados la tarea de encontrar datos relevantes sobre cuál entidad brinda ayuda acorde a sus necesidades.
Randall Trejos, emprendedor y exdirector de Founder Institute Costa Rica, asegura que la información está disponible, pero que los interesados esperan que les llegue por sí sola y muchas veces no investigan.
Todas estas barreras terminan por desestimular al emprendedor y provocan que tire la toalla.
Desde el 2010, la estadística de deserción se ha mantenido: un 50% de los emprendedores abortan en etapas tempranas del emprendimiento, según el GEM 2014.
Costa Rica tiene varias entidades cuyo fin es ayudar, acompañar e instruir al emprendedor en el proceso de desarrollar su idea y convertirla en una empresa.
Estas entidades no son las incubadoras, aceleradoras o desarrolladoras, son los llamados «recursos de apoyo».
Organizaciones como VIVA, Nómada Club y CIEmprender, entre otras, ofrecen talleres, cursos, charlas, competencias, espacios de coworking y networking para que los emprendedores conozcan más sobre el ecosistema y se relacionen con otras personas que también están inmersas en ese mundo.
Entonces, si todos estos recursos están disponibles, ¿por qué los emprendedores aseguran sentirse solos y sin acceso a información?
Paola Rodríguez, dueña de la desarrolladora Programa Semilla, considera que a muchos les falta esa «chispa» de buscar y construirse ellos mismos el inicio de su camino.
«A veces nos olvidamos, y me incluyo porque yo también soy emprendedora, de buscar recursos por nuestros propios medios. Si necesito capital, puedo vender el carro y empezar a viajar en bus, es cuestión de buscar», añadió.
La página web www.emprendimiento.cr contiene gran cantidad de información sobre el emprendimiento en nuestro país, sin embargo, no muchas personas conocen la herramienta.
Es necesario que los emprendedores dediquen parte de su tiempo a buscar la información, pero también se necesita más cobertura de medios de comunicación y más promoción por parte de las entidades de apoyo.
Otros obstáculos
El miedo es un factor común en el momento de emprender y demostrarle a las personas que se puede salir adelante es esencial para tratar de reducir ese pensamiento.
Randall Trejos –que tiene más de 15 años de experiencia en el emprendimiento– también considera que es necesario que en Costa Rica se empodere más al emprendedor. Después de todo, ellos son la fuerza que mueve todo el ecosistema.
Para empoderar, se necesita un compromiso de parte de las entidades de apoyo para que impulsar cada vez más el emprendimiento nacional sea la prioridad. También para procurar que los emprendimientos sean de impacto y promocionar los casos de éxito en el país, que son muchos.
La instrucción también es un factor que se debe tomar en cuenta. La mayoría de los emprendedores no tiene idea de cómo iniciar su propia empresa porque no cuentan con bases o estudios previos que los hayan guiado en dicho proceso.
En los últimos años, las universidades públicas se han abierto paso en el ecosistema de emprendimiento mediante sus incubadoras y procesos de acompañamiento, pero eso no debería empezar ahí.
Tanto las instituciones públicas como las privadas, desde primaria hasta la educación superior, cumplen un papel importante en el desarrollo del emprendimiento en Costa Rica.
Implementar campañas para aprender a emprender, impulsar el desarrollo de ideas de negocio y realizar ferias de emprendimiento son algunas de las maneras en que los jóvenes pueden empezar a adentrarse en este tema.
Falta dinero
La falta de dinero es otro de los obstáculos más grandes que enfrentan los emprendedores al momento de iniciar un nuevo negocio.
En Costa Rica, la mayoría de las ideas de emprendimiento nacen por innovación, no por necesidad; sin embargo, es común que el emprendedor no cuente el capital necesario para empezar.
Una de las soluciones son los llamados «inversionistas ángel«, quienes proveen capital, a cambio de una participación accionaria o un pequeño porcentaje de las ganancias.
Costa Rica no tiene un modelo de «inversión ángel» muy desarrollada.
Para el 2015, solamente las empresas Ícaro y Carao Ventures contaban con esta modalidad. Actualmente, otras entidades, como Programa Semilla, están trabajando en emplear esta iniciativa.
Los inversionistas ángel forman asociaciones o redes y ahí se concentran en los proyectos que consideran tienen más oportunidades de desarrollarse.
Una de sus características es que invierten sus propios fondos en los negocios, por lo que normalmente se trata de empresarios de trayectoria.
Gracias a esto, los business angels también aportan experiencia profesional y muchas veces se convierten en mentores de los emprendedores. Esto marca la diferencia entre estos inversionistas y el llamado «capital de riesgo».
El capital de riesgo es una fuente de financiamiento empresarial en la que una sociedad inversora aporta capital de manera permanente. Se les llama así porque el emprendedor no debe dejar ninguna garantía, pues el financiamiento es aprobado dependiendo de la viabilidad del proyecto de negocio.
Cabe señalar que la Bolsa Nacional de Valores tiene el Mercado Alternativo de Acciones (MAPA), que identifica pymes con potencial para recibir recursos.
Una vía de solución
Empero, las soluciones no vienen de solo una parte del ecosistema y todos los actores deben trabajar en conjunto.
Es necesario que el Gobierno y las empresas de acompañamiento, tanto públicas como privadas, empiecen a caminar de la mano para movilizar el ecosistema.
Geannina Dinarte, viceministra de Economía y encargada del área de Pyme-Emprendimiento, considera que es necesario crear un ente ejecutor de políticas públicas en esta área.
«Lo ideal sería que existiera una institución como la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) pero para el emprendimiento. Un ente principal que integre y se encargue de todo», amplió.
La unión no se debe limitar al Gobierno y entidades de apoyo, sino que debe nacer en el seno mismo de los emprendedores. Según Dinarte, como gremio, podrían establecer algún tipo de asociación que sirva como apoyo a los que apenas están empezando.
En países más grandes y desarrollados como Holanda, Noruega o Estados Unidos, el Gobierno es un fiel compañero de los emprendedores. Aquí en Costa Rica, un país mucho más pequeño y con menos recurso económico, se intenta, pero no se logra bien.
Existe el Sistema de Banca para el Desarrollo y entidades como el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) o el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), que procuran trabajar de cerca con pymes y emprendedores, pero todo este trabajo conlleva papeleo y trámites que muchas veces son complicados.
Lo ideal sería que se estableciera un solo trámite, en el cual, por ejemplo, se pueda sintetizar los requisitos en un solo formulario y se entregue a una institución o agencia específica.
De esta manera, los emprendedores podrían sacar su idea adelante más fácilmente, sin la confusión y frustración de tanto papeleo que actualmente deben presentar. Esto también le ayudaría al Gobierno, ya que procesar la información sería más fácil.
«Al emprendedor tico le faltan muchas herramientas técnicas para poder desarrollarse de una manera adecuada, y esto no es por falta de capacitación, porque sí la hay y en diferentes ejes», comenta Javier León, médico y emprendedor.
«Lo que pasa –continúa– es que no hay un seguimiento o acompañamiento adecuado para optimizar y aplicar estas capacitaciones y que no solo queden en lo teórico como es lo común en estos tiempos. Tienen que formarse aún más las relaciones comerciales público-pymes para que en conjunto se puedan avanzar con más agilidad y eficiencia sobre los problemas a tratar».
Especial para emprendedores: http://www.elfinancierocr.com/negocios/Ecosistema-emprendedor_19_1084881502.html
Proyecto publicado en El Financiero
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