El aroma del café chorreado o el dulzor del cacao recién hecho, respirar con los ojos cerrados en un espacio natural y saborear un jugo de frutas son parte del valor agregado que diversas personas y sus iniciativas productivas desarrollan para ofrecer servicios y bienes que repercuten tanto en su calidad de vida, como en la de los consumidores en Costa Rica y el mundo.
Usualmente se piensa en estas sensaciones y experiencias como una estrategia de mercadeo para ganar clientes, sin embargo, detrás del planteamiento hay una motivación responsable y una visión inspiradora que forman parte de la experiencia empresarial.
En 2016, Costa Rica fue el primer país del mundo en suscribir un Pacto Nacional por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que impulsa la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De esta manera selló el compromiso con la Agenda 2030 que persigue alcanzar el cumplimiento de los 17 ODS para ese año.
Las personas protagonistas de estas historias y sus iniciativas de negocio invitan a los consumidores a vivir una experiencia bajo estándares de desarrollo sostenible, contribuyendo a cumplir con los ODS.
Una marca de café asociada a mujeres trabajadoras, cacao como fuente de desarrollo comunal indígena, hectáreas de vida silvestre en la ciudad y encadenamientos productivos responsables son cuatro ejemplos e historias de negocios y personas que pretenden ser ambientalmente responsables.
El turismo motor de desarrollo
En La Fortuna de San Carlos hoteles y resorts compiten por atraer a turistas. Algunos optan por la los encadenamientos productivos para diferenciar su negocio y contribuir con el desarrollo sostenible.
Tal es el caso de Tabacón Resort & Spa.
Al llegar a este hotel el jugo de frutas insignia del negocio, da la bienvenida a los huéspedes. “La naranja base de ese jugo es de la empresa de don Jose, que visitarán más tarde”, resalta orgullosa Shirley Mena, gerente de comunicación del hotel.
La alianza entre Tabacón y Jugos Del Arenal, la empresa propiedad de José Solano, se da en el marco de la iniciativa TuMoDeLo (Turismo Motor de Desarrollo Local) que agrupa 43 empresas turísticas y gastronómicas de Costa Rica.
Es un programa de desarrollo local y sostenible que impulsa Fundecooperación en la región Huetar Norte, Chorotega y Brunca desde el 2019.
Fundecooperación busca establecer alianzas para satisfacer necesidades técnicas y de financiamiento a los micro, pequeños y medianos empresarios, cuyas actividades económicas están enfocadas en la sostenibilidad y la innovación, y están comprometidas con el medio ambiente.
TuMoDeLo liga estratégicamente a diferentes productores de la zona con las grandes empresas hoteleras, al procurar que estas implementen estrategias sostenibles. La simbiosis entre la comunidad y las empresas es crucial dice Mónica López. gestora del programa TuMoDeLo en la Zona Norte.
Además de degustar el jugo en el hotel, los turistas también pueden hacer un recorrido por la finca donde se cosechan las naranjas y la planta donde se prepara el jugo.
En el recorrido por la empresa, el visitante puede seleccionar y procesar las naranjas que consumirá luego en Tabacón, como parte de la experiencia.
Con esta alianza el productor de jugo se ve favorecido por la visita, la publicidad de su trabajo y sobre todo por el vínculo con una empresa turística grande, pues logra producir más, exportar, vender a gran escala y posicionarse en un mercado más amplio.
La lógica empresarial es que a mayor demanda de su producto, más proveedores de la materia prima y más peones para trabajar el cultivo. Así crece el encadenamiento productivo y se hace más sólido, generando más y mejores oportunidades.
En este caso se aplica el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17: la creación de alianzas.
Economía creativa y recreación
Entre los cantones de Desamparados, Curridabat y La Unión se encuentran 37 hectáreas abiertas al público, referentes en la formación de profesionales en las comunidades circunvecinas, espacios de recreación y capacitación ambiental. Este es el segundo caso y se trata del Parque La Libertad.
“Es un espacio que brinda salud mental. Aunado a que los alrededores son espacios muy conflictivos y con mucha problemática, el parque es un refugio”, destacó la mamá de los gemelos Venegas Fonseca, Mónica Fonseca Agüero que disfrutaban volando papalotes en el predio, el día de nuestra visita.
Según un estudio realizado por la Municipalidad de Desamparados en el 2018, con una muestra de cerca de 4.000 hogares de este cantón, el 22,1% de las personas encuestadas estaban desempleadas, y el 2,4% no tenía ningún nivel de escolaridad.
El trabajo del Centro de Tecnología y Artes Visuales (CETAV) que tiene su sede en el PLL, es un motor para combatir este nivel de desempleo, brindándole la oportunidad a los jóvenes de la zona para que desarrollen competencias técnicas en áreas relacionadas a la tecnología y las artes visuales.
Con ese conocimiento decenas de jóvenes han logrado posicionarse en empleos de renombre a nivel nacional y desarrollar sus propias iniciativas.
La zona también presenta índices altos de criminalidad. De enero a agosto del 2022, el OIJ ha registrado, en el cantón de Curridabat, alrededor de 1.118 delitos, donde destacan cinco homicidios.
Patricio Morera Víquez, director ejecutivo del Parque La Libertad (PLL), resaltó como el lugar busca ser un modelo para otras comunidades en cuanto el desarrollo de economía creativa con las poblaciones circundantes.
El objetivo estratégico de este espacio público aliado del Ministerio de Cultura y Juventud e inaugurado en el 2007, es la reducción de la deserción escolar, el desempleo y la delincuencia al ofrecer un refugio de esparcimiento y de formación técnica y cultural.
Personas que creyeron nunca poder estudiar en una universidad hoy se capacita y contribuyen a la economía desde sus áreas de trabajo. Un ejemplo de éxito es el de Isabel Osagueda, egresada del programa técnico de diseño y desarrollo web del CETAV.
El 69% de las personas que asistieron a actividades regulares del parque durante el 2021 fueron mujeres, a su vez la población alcanzada con mayor efectividad siempre han sido los jóvenes entre 18 y 35 años. Y de 4.123 personas que asistieron a programas regulares, 2.402 estuvieron en el área de emprendimiento, 527 en capacitaciones de innovación empresarial y 73 jóvenes fue la promoción del Cetav.
En esta historia se rescatan varios ODS que van de la mano con la visión de la institución por ser un espacio pionero en la acción de ciudades sostenibles.
Trabajo responsable y con calidad
En el informe de noviembre del 2021 de las labores del Instituto del Café de Costa Rica (ICAFE), la palabra mujer solo se menciona dos veces, una para hablar sobre un curso de caficultura y la otra para contar el logro de la creación de una política de género.
Hoy se desconoce con exactitud cuántas productoras de café existen en Costa Rica, ni cuántos de los microbeneficios están impulsados por mujeres.
Aunque en la práctica sí existen diversos casos, como el de un beneficio en las montañas de Naranjo en Alajuela, cuya historia la cuentan cuatro generaciones.
Kathia Zamora, gestora del beneficio Cloza, ha tenido una visión emprendedora desde muy joven. “El nombre Cloza viene de la unión del apellido y nombre de mi abuelo: Clodoveo Zamora”.
“En Costa Rica no se podía importar café (…), no se le da importancia a la producción agrícola”; “no es tan fácil conseguir un crédito para empezar”. Estas son las frases de Zamora y que Marcela Porras apoya. Porras es fundadora y gestora de Roble Sabana, marca de café de calidad con más de tres años en el mercado y el tercer caso de estas iniciativas ligadas a los ODS.
¿Cómo se asocia Roble Sabana con Cloza? Mientras que Zamora, de Cloza, se asegura de una producción responsable del producto que es tratado para tener calidad de exportación, Porras garantiza la labor de la finca, utiliza el grano que luego se consume bajo la marca Roble Sabana.
La producción actual de Cloza es de 1.200 fanegas (1 fanega representa 46 kg de café procesado), de estas 31 son destinadas para ser comercializadas por la marca Roble Sabana.
Zamora también preside la Alianza de Mujeres en Café, en el capítulo de Costa Rica, a la cual pertenecen 12 asociadas. Marcela Porras es una de ellas. Para estas mujeres, producir café en Costa Rica es un reto, pero su trabajo inspira para que otras también se desarrollen en el negocio del café.
La Alianza de Mujeres en Café (IWCA) es una red global con organizaciones independientes en 29 países y 14.644 mujeres asociadas.
El precio del café depende mucho de la demanda internacional por lo que históricamente es cambiante. En informes del Icafé, en el periodo 2010-2011 el precio de la fanega en exportación era de $220, en el 2016 de $178 y en el 2021 de $203 por fanega. En este último periodo la producción total de café en Costa Rica fue de 1.886.595 fanegas, de las cuales el 86% se destinó a exportación y el 14% restante para consumo nacional.
En el caso del beneficio Cloza y su vinculación con café Roble Sabana destaca el ODS ocho, sobre el trabajo decente y crecimiento económico.
Desarrollo comunal con recursos propios
Recorriendo la llamada Ruta Nacional Primaria 35 en Limón, se llega a Shiroles, comunidad Bribri asentada en la imponente cordillera de Talamanca.
En el país habitan ocho pueblos indígenas: Huetar, Maleku, Ngäbe, Cabécar, Brunka, Bröran, Chorotega y Bribri, que representan el 2,4% de la población costarricense.
“El año 2021 registró significativos retrocesos respecto a los derechos indígenas en Costa Rica. El Estado, fuera de la construcción de infraestructuras, no avanzó en la resolución de las cuestiones estructurales, principalmente los derechos a la tierra y el territorio y a la gestión autónoma de sus recursos naturales” dice un informe de International Work Group for Indigenous Affairs (IWGIA)
En este contexto se destacan historias de mujeres indígenas que ganan mayor representatividad dentro de sus pueblos, recuperan tierras, buscan recursos, impulsan el sentido de comunidad y pertenencia de la idiosincrasia originaria.
En medio de las montañas talamanqueñas está Acomuita (Asociación Comisión de Mujeres Indígenas de Talamanca), el cuarto caso de este reportaje.
Acomuita es una asociación que trabaja para la comunidad indígena de Talamanca, en especial para que las mujeres sobrevivan a los embates de la exclusión y la discriminación.
En nombre de la asociación, las mujeres indígenas de Shiroles y pueblos cercanos, crearon Tsirushka, una empresa productora de chocolate natural, inspiradas por el relato indígena sobre la mujer que el dios Sibö̀ convirtió en una planta de cacao.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción de cacao de Costa Rica en el 2019 era de 700 toneladas cúbicas.
Datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) revelan que en el 2020, las exportaciones del grano y subproductos registraron un valor de $10 millones, con una mayor participación de chocolate y preparaciones alimenticias con cacao (86%) y cacao en grano (14%), pero con una muy baja participación de insumos derivados como la manteca y pasta de cacao.
Actualmente en Tsirushka producen cerca de 40 kilogramos de cacao por mes. La empresa provee de ingresos económicos significativos a la asociación y a cada una de las mujeres asociadas.
Tsirushka tiene el apoyo de organizaciones como la Red Nacional por la Soberanía Alimentaria. Silvio Bonomelli, su presidente, explica que la Red busca generar procesos para transformar el 100% de la cosecha de cacao en productos de alto valor agregado. En palabras de Bonomelli es “lo mismo de siempre pero con más valor nutricional, más valor económico y acceso a mercados específicos que normalmente los productores de chocolate no tienen”.
“Si bien el mercado del chocolate se ha visto afectado por la pandemia se prevé aún un crecimiento del mercado. Entre 2021 y 2026, se espera una tasa de crecimiento anual promedio de 4,5%”, es un dato que arroja el Centro para la Promoción de las Importaciones de los Países Bajos.
Para el 2022 el Ministerio de Agricultura y Ganadería distribuiría ₡484 millones entre personas productoras orgánicas del país. De ese monto, el 84% irá a las personas productoras orgánicas indígenas de los territorios Bribri y Cabécar para fortalecer su economía agropecuaria.
Proyecto publicado en El Financiero
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